¡Hola chatos!
El inglés se me queda pequeño, llevo toda la noche para encontrar un título digno y no hay manera. ¿Creéis vosotros, si traducis a ojo de buen cubero, literalmente, con un diccionario, utilizando el móvil para preguntarle a ese amiguete que teníais semi-olvidado en Llandudno o aquel otro en Inverness, que en las palabras I had a great time se huele ni de lejos que estuve de vacilon? Sinceramente no lo veo claro, no y no. Es algo que diría cuando fuera de fiesta a casa de alguien muy conservador y me encontrara con que me puedo tomar un par de vinitos sin que me consideren una alcohólica, pero no lo diría si lo que pretendo es ver amaneceres con unos tacones en la mano derecha y en la izquierda un Cosmopolitan - sin ningún cigarrillo entre mis dedos, ya veis que la campaña antitabaco ha llegado hasta mí, se que desdice mi estampa nocherniega, pero sin exhalar humo puedo pasar, todo lo más exhalare vaho- pudiendo intercambiar en la foto el Cosmo por mi adorado Zubrowka con zumo de manzana, no apto para principiantes, su sabor es tan suave que no te das cuenta que el bisonte te arrastrará más lejos de lo que el toro Zeus hizo con Europa.
Todo esto venía a cuento de un recuerdo que quería compartir con vosotros, un vacilón en La Habana. Os pondré en antecedentes: agosto, un calor abrasador, el Vedado, unos amigos, el ron, una lata de fanta de limón y yo. Debido a las altas temperaturas que estabamos padeciendo, decidí no salir de la casa entre la una y las siete de la tarde, el aire era de fuego, ni Malecón, ni cerveza fresquita, ni aire acondicionado, ni pai-pai podían rebajarlo, así que lo mejor era la opción siesta. Me alojaba en el barrio del Vedado, muy famoso en La Habana porque es donde se encuentran gran parte de los locales nocturnos. Había quedado con unos amigos para ir a cenar al restaurante La Torre, situado en el piso 27 del edificio Focsa, desde donde se divisa toda la ciudad. Allí nos encontramos, comimos, bebimos, pagamos y nos fuimos a buscar más ambiente. No sabíamos a dónde ir y recalamos por el Pico Blanco, unos roncitos y salimos, la Zorra y el Cuervo, otro par de lingotazos, Bulería, y no sé cuántos más. Vuelvo atrás para deciros que mis amigos eran tres personas, una mujer y dos hombres, cubanos, ellos mulatos de gimnasio y ella rubia como una sueca; la compañía quedaba así: dos rubias y dos morenos. Enfilamos el último local, ni recuerdo cuál era. Tuvimos que bajar unas escaleras, al fondo un grupo tocando en directo. Una botella de ron y una lata de fanta de limón, para seguir con las costumbres del país, apareció en el centro de la mesa. Uno de mis amigos empezo a decirme que había ligado con el vocalista del grupo, a mí no me lo parecía, prácticamente ni le veía.
Para evitar el calor del pelo suelto sobre mis hombros, me había hecho unas coletitas, seis. Mi amigo me tiraba de ellas para indicarme que el cantante estaba por mí, a modo de risa. Los otros nos miraban desde la mesa. Llego la hora de irnos, pago, risas, bailecito, caminamos hacia la puerta, mi amigo, mis coletas, mi mano que intenta abrir una puerta, la puerta que no está porque el camarero amablemente lo ha hecho antes que yo, traspié con acercamiento peligroso a la escalera (para subir), vuelta en el aire buscando algun apoyo, me agarro a la camisa de mi amigo/coletas, veo que esto no detiene mi caida y me cojo a sus pantalones, termino en el suelo.
Cuando me recompongo un poco y me hago con la situación me doy cuenta de que mi amigo tiene la camisa y el pantalón como si fuera un naúfrago, me ayuda a levantarme, vuelvo la cabeza y veo que todo el bar esta pendiente de nosotros, visto desde lejos parece una escena de celos con respuesta. Mi amigo pasa a amante que esta molesto porque alguien me mira, me lo hace saber mediante tirones de coletas, yo decido irme, el vuelve a darme para el pelo y yo como una leona me avalanzo y le hago la ropa trizas. Las yumas somos muy malas, y si somos rubias ni contaros.
Salimos corriendo de allí para pedir un taxi, el naufrago, las rubias y el "formal". Montados en el coche mi amigo conto que la ropa era de Zara, realmente no estaba rota, simplemente se había descosido. El taxista se hizo complice y se apuntó a otra botella de ron en Miramar, más tarde pollo frito en un rapidito (habia que empapar con algo), terminamos viendo el amanecer en la azotea de mi casa, mis amigos, el taxista, unos vecinos que estaban por la escalera cuando llegamos y todo el que se fue arrimando, la cosa no fue un vacilón, fue un tremendo rumbón. Pero eso son otras historias.
¡Qué pobre me parece meter todo esto en I had a great time... anyway!
Luv.
Yuma= cubanísmo de mujer extranjera no latina.
Traducciones del slang, germanía para los hispánicos, ofrecidas por el Círculo de Antiguos Viajantes de Comercio Exterior.