miércoles, 21 de octubre de 2009

Crisis, what crisis?




Buenas madrugadas queridos!

Hace mucho que no hago una entrada debido, mayormente, a mis cambios de domicilio. No os voy a hacer un relato de ellos porque ando bastante enfadada. El motivo de mi cabreo se refleja en el título, estoy hasta el gorro de políticos ineptos, de banqueros chupasangres, de constructores limpiabolsillos, multinacionales necesitadas de liquidez, de gripe A y de tanto retrasado mental que campa por sus respetos por la piel de toro.

¿Cómo podemos permitir tantos desbarajustes y mentiras? Es escandaloso que miremos hacia el cielo esperando milagritos cuando los santos son los que se llevan el dinero del cepillo. ¿A dónde va todo ese poderoso caballero que se recauda en impuestos? Sí, ya sé que muchos lo teneis claro: a esa trama que nos corroe desde que fuimos parte del imperio romano y que se llama burocracia o funcionariado, ese monstruo invertebrado que va desde el presidente del gobierno hasta el último bedel de pueblo minúsculo. Organismos de tanta envergadura siempre tienen goteras, en el caso de nuestro país es una catarata de corrupción, chanchullos, amiguismo, cara dura, incultura y desvergüenza, que casi siempre se da en las capas altas de esta organización.

Y os hago una pregunta ¿Hay suficientes jueces en España para juzgar a toda esta mafia política/funcionaria/banquera/chorizos de la jet? Porque veo que esto va a acabar como el rosario de la Aurora, me da la impresión de que deberíamos poner de patitas en la calle a todos los que gobiernan en pueblos de más de quinientos habitantes.

Señores políticos... váyanse, hagan el favor de no tratarnos como estupidos y destrozarnos el futuro, que está bien claro que a ustedes les importa un rábano. Y a los banqueros que los sustente un trabajo de picapedreros, la vuelta a tener nuestro escaso dinero debajo del colchón no va a estar muy lejana.

Os propongo que nos hagamos piratas, por lo menos es una profesión más novelera y con mejor corazón que las otras que he mencionado. Con cien cañones por banda, viento en popa a toda vela...
Ya siento la brisa marina en mi pelo, por lo menos tendremos libertad.

Bye, querubines.

martes, 30 de junio de 2009

That's It!






¡Buenas noches amores!

Esta noche es la última en US, vuelvo a casa con otra tanda de deberes para hacer, vamos lo típico en mí. 

No voy a hablar sobre los personajes que nos han dejado hace bien poco, ya sabeis que no me gusta emitir juicios. Pero después de haber visto a su padre en la tele de este país, oir sus palabras y valorar sus gestos... he sentido una gran tristeza, no precisamente porque ese que fue progenitor estuviese herido por la perdida, sino por la ambicion que se podía casi oler a través de la pantalla. 

Dejando al margen esta triste historia pasaré a contaros que todo mi tiempo a este lado de la mar océana ha transcurrido tranquilamente, con pocos vaivenes de la brisa marina, cosa que me alegra porque estamos en época de huracanes y no me quiero despeinar. No he pisado playa por lo que vuelvo en el mismo tono en el que llegué, blanca Mancunian,  ya sabeis ese tono tan bonito que tienen los británicos que aterrizan por nuestras costas. 

Hablando de costas, hace unos días que se me están antojando sardinas en espeto con su cerveza fresquita a pie de playa mediterránea. ¿Os hace un espeto? Sí, es a vosotros, los que estais por mi pueblo favorito, que sí, que aterrizo el miércoles, que no es broma.  Sarita Lasauria, guapa ¿podías bajar de tu loft y pillarme sitio? ya sabes que el lugar en cuestión es pequeño y hay bofetadas por la sardina encañaverá.  Ponte el bañador de bolillos que te queda tan mono, porque el bikini lagarterano no lo he visto este año en el Vanity Fair. Como bien sabes siempre quiero lo mejor para tí.

Ahora que he cambiado de tercio tengo que contaros que la moda de esta ciudad deja un pelín que desear, quitando a los grandes divos del mundo de la aguja y el dedal, lo que aquí se vende al por mayor, por menor y detall, es la ropa al estilo de aquellas cachondas ancianas que eran Las Chicas de Oro, es normal y todos sabemos lo de la ley de la oferta y la demanda, aquí hay de lo segundo bastante. Es el paraíso de la túnica, la chilaba, la babucha, la chancleta, el pantalón femenino con corte amplio y largura por encima del tobillo, un abánico de colorido, piñas tropicales y flamencos rosas. Lo que yo os diga, digno de ver y muy alegre.

Finalizando queridos, ya me queda menos para estar en el lado del mar donde hemos hecho de la decadencia arte y de las ruinas Fénix.  Vuelvo a tí Mediterráneo!

Bye, see you soon!

lunes, 1 de junio de 2009

The Way We Were




¡Buenas noches, queridos!

Aquí me teneis al otro lado del charco. Pasando calor y esperando por todos esos papeleos en los que siempre ando. Ser multirresidente es algo muy poco recomendable, pagas en todos sitios y a la hora de la verdad ningún país te quiere. 

Dejando de lado estas simplezas, que ahora me lo parecen más, quiero recordar desde aquí a alguien que formó parte de mi vida y que, como muchos otros, me ha dejado las memorias en el cuadro. Ni siquiera me salen las palabras, no por el dolor, sino por la acumulación de recuerdos canallas de aquella pandilla hoy extinta, y no es metáfora la extinción. El mes de Mayo ha pasado a ser uno de mis meses malditos en cuanto a necrológicas vitales, casi que tenía que haberlo adivinado a mis veintiuno, cuando se produjo la primera baja. 

Muchos de los que me leeis también lo conocisteis, fue una persona brillante, inteligente, por decir lo bueno, dejaré lo malo para otro día. Nos conocimos en el año ochenta estudiantes, recorrimos en un R4 parte de España, cuando nuestro país ni soñaba con tener un presidente socialista. Anduvimos tres años juntos, nos separamos sin saberlo y nos dimos cuenta cuando ya estabamos en brazos de otros destinos. 

Simplemente reconocer que gracias a su influencia sentí curiosidad por cosas que me hubieran pasado desapercibidas y desearle, si esto es posible, que haya encontrado lo que durante tanto tiempo persiguió, el conocimiento, la comunión divina (nada que ver con lo religioso al uso). 

Adios Rafa, te recordaré... tal como eramos. 

sábado, 2 de mayo de 2009

Last days in Manchester







Good night!

Perdonad que escriba el título de manera tan coloquial y me haya comido el artículo The, pero para escribir siempre existe la licencia poética, aunque esto esté a años luz de la poesía. 

Después de dejaros con el alma en vilo en la anterior entrada, disculpad de paso mi dejadez blogística, he de comentaros que me encuentro muy bien a pesar de andar de un lado para otro, sintiéndome inquilina de aeropuerto más que de hotel. A lo qué hemos llegado...

Voy a mandar un beso muy especial a Matilde (sí, soy así de antigua y creo que estoy en la radio mandando saludos a mis amiguetes). Bien sabe ella lo mucho que me alegró nuestro encuentro, y ahora también lo sabeis vosotros. Bueno para el resto de personajes y personajas que estuvieron, o aparecieron, también les envío un saludo; esto me ha quedado más cursi que un flan decorado con Swarovskis, pero a la canalla nos sale muy mal lo del empalago, ya me entendeis.  

A lo que iba, que me marcho de esta ciudad de ladrillo y cristal. Creo que después la voy a echar de menos, pero no me importa porque siempre me quedará Cannes, o París, o el mismísimo Macao. Se me vienen a la memoria los nombrados baules de la Piquer, que hoy por hoy se tendría que dejar un potosí en sobrepeso maletero, porque ni en Vip, ni en Business, y mucho menos en Low Cost, la hubieran dejado subirse a un avión portando tan tremebundo bagaje (sin contar el sentimental, que por ahora no lo pesan). En estos pesajes ando yo, porque en una semana tengo que hacer más kilometros que Obama en su gira mundana, digo mundial. 

Mi próximo destino es España, pero sólo para un quitayponer millas en mi espalda; seguido vuelvo a esta isla unas horas, justamente las de pasarlas en un hotel durmiendo, y despego con rumbo a los US, allí me espera un agente de inmigración-aduanero con los brazos abiertos (ruego que me dejen entrar, por favor, por favor...), si supero la aduana me pasaré un par de meses visitando viejas glorias de la farándula de Broadway, ahora retirados en Florida por la bonanza del clima y de los impuestos, más por lo segundo. 

Cuando ya no pueda soportar el calor del Golfo de México volveré a Europa, aterrizaje en Londres y verano playero en España. En Septiembre regresaré a Londres. Ah! Que no os lo había dicho, sí vuelvo una temporada a Londres. A gastarme un pastón en transporte público y a comer esos ricos fish&chips que tanto me gustan. Ya tengo casa allí, así que ahora tengo domicilio registrado en varios puntos del planeta porque, aunque abandono Manchester, la casa no la dejo hasta finales de Junio. 

Bien, queridos míos, espero hacer más entradas y contaros las peripecias que me vayan ocurriendo. A algunos os veré muy pronto, tanto como la semana que viene. 

Ah! Se me olvidaba, la calidad de las fotos no es la mejor pero no se puede pedir más a una minicámara cuando es de noche y está nevando. Sí, es Manchester. 

Bye



martes, 27 de enero de 2009

The Quail





Buenas noches queridos y queridas.

Después de pasar un fin de semana al más puro estilo de los hermanos Marx, en alguna versión hospitalaria, me lo he tomado con fino humor acordándome de la revista La Codorniz. Os relato como empezó todo: el sabado fui a mi médico chino a una sesión de acupuntura y masaje. Salí contenta, regresé a mi casa para comer y esperar a que fueran las seis de la tarde. Tenía entradas para un concierto de latín jazz, a las cinco decidí merendarme una pera, el almuerzo había sido minúsculo y tenía un poco de apetito, me arreglé, me coloqué todo el puzzle de abrigos, bufandas, guantes y gorros térmicos, cogí el autobús e hice la entrada en el teatro. Comencé a sentir un poco de presión en el pecho, no le di ninguna importancia. Empezó la actuación y con ella mi malestar, boca seca, calor, sudor, presión aguda en el esternón... hasta que todo se hizo insoportable y salí a que me diera un poco el aire. No mejoraba, aunque estaba tranquila. Me convencieron para ir al hospital, casualmente está casi enfrente del teatro. Sabado noche, urgencias en Manchester, no se me habían pasado estos detalles por la cabeza. 

Cuando llegué el primer problema fue mi apellido, se solucionó. A los quince minutos me atendieron amablemente, ECG (electrocardiograma), presión arterial, preguntas, dónde duele, dónde no. Me mandan salir de nuevo y esperar. Y eso hice, a las 11 de la noche estaba resuelta a irme de allí cuando me llamaron, pena no haberlo hecho antes. De nuevo muy amables me hicieron otro ECG, me sacaron sangre y me tomaron la temperatura, apareció un doctor que me dijo que iba a quedarme toda la noche en obseravación por si era un infarto. Milagrosamente no me infarté en ese instante. En cuestión de cinco minutos me dieron siete pastillas, me pegaron dos estocadas abdominales cargadas de anticoagulantes y remataron con una placa de rayos X. Me trasladaron a un cubículo montada en una camilla, me colocaron un medidor de presión arterial automático en el brazo izquierdo, una pinza en el dedo índice de la mano derecha monitorizando mi nivel de oxígeno en la sangre y ritmo cardíaco, una mascarilla de oxígeno de tamaño Neandertal y me dejaron así. Mi acompañante en una silla. 

Me visitaron médicos, enfermeras, limpiadores (la habitación hubiera necesitado un par de días de limpieza a fondo, todo hay que decirlo) y según parecía me tenían que trasladar a una habitación del hospital. Pasaban las horas sin que me dejaran dormir en la camilla, mi cuerpo ya se había hecho a la tortura, porque entraban cada media hora a mirar los monitores. Mi acompañante había tenido la suerte de encontrar un sillón y disfrutaba de un sueño interrupto, por mis monitorizadores, el ring ring continuo del teléfono de las oficinas, el beep beep de mis aparatos, las cisternas, las carreras, las bulliciosas conversaciones del personal, las entradas y salidas de decenas de borrachos y borrachas que las ambulancias habían recogido por las calles, delicuentes pidiendo a gritos delinquir, encargados de seguridad voceando a los acompañantes de los borrachos comatosos... y seguro que se me olvida algo. 
En la revisión de las siete de la mañana, aún no me habían cambiado a la habitación, me comunicaron que a las ocho me volverían a sacar sangre y que según los resultados de ese análisis volvería a casa o me quedaría hospitalizada, los resultados los sabrían a las nueve. Dolor de espalda en la camilla, por fin me sacan sangre, pasan con el desayuno: té y pan bimbo tostado con un amago de mantequilla. Hace un frió polar en la habitación, he pasado la noche tapada con mi abrigo porque no tienen mantas.

A las once de la mañana sigo en la camilla, no saben que pasa con mi sangre; media hora más tarde vuelven a por más sangre, el análisis ha salido mal. Vuelta a empezar. El personal de oficinas está enfadado porque todavía sigo en la camilla, según la normativa no puedo estar en observación más de doce horas y están a punto de cumplirse. Se les va a caer el pelo si no me dan traslado a otras dependencias. Por arte de magia, como conejo sacado de un sombrero, aparece una habitación con cama en mi destino. Me deshago del monitoraje y me dispongo lo más dicharacheramente que puedo en una silla de ruedas. Finalmente a las doce del mediodía tengo cama hospitalaria, es la hora de comer. Me dan un menú en el que se encuentran platos tan digestivos como el pollo korma, el chile con carne, el fish and chips, el sunday roast o el english breakfast, sólo falta que me den la carta de bebidas para sentirme en un pub. 

El médico de esta sección intenta hacerme el mismo interrogatorio que me han hecho varias veces, dónde presión, cómo, etc... un enfermero me vuelve a dar otras siete pastillas y está vez una inyección, he tenido suerte. Justamente después del pinchazo aparecen los resultados, no tengo nada. Me dicen que puedo marcharme, pero que me quede a comer, me niego. Antes de irme el doctor me avisa de que tendré que volver para hacerme la prueba de resistencia, para descartar todas las posibilidades cardíacas, y si no es nada de mi corazoncito empezarán con las pruebas de estomago... de inauguración me meterán la famosa cámara por la boca hasta llegar al sitio deseado. Por supuesto me receta un antiácido que al ir a recoger me advierten que provoca gases, vómitos, mareos... 

Salgo a la calle con la intención de coger un taxi, imposible, la calle está cortada al tráfico por una manifestación. Me hago casi una hora caminando hasta mi casa, en este tiempo me doy cuenta de que sigo teniendo la misma presión en el pecho. Seguro que todo esto ha sido por culpa de la indigesta pera. El resto del domingo lo pasé tumbada en mi sofá.

Está mañana he tenido algunos incidentes por culpa de tanta medicación, pero eso se queda para otro momento Codorniz, ya sabeis: la revista más audaz para el lector más inteligente.


Cciao. 

viernes, 9 de enero de 2009

The Sacred and The Profane


Buenas noches cielitos!

Aquí me teneis en el nuevo año,  sin que haya habido en mi camino nada realmente extraordinario ni novedoso que contaros. De todas formas ésto no pasa por ser un diario, ya me parecía una memez cuando era pequeña lo de escribir mis tonterías en aquel librito tan cursi que probablemente mi madre leyera en un descuido, no es que me importara pero una también tenía sus secretos infantiles. 

Fui una niña buena y educada, bastante feliz en general, pero con una preocupación constante por Dios. Aquellas historias bíblicas donde Sansón perecía aplastado, eso sí llevándose por delante a todo filisteo que estuviera debajo de techado; o aquellas otras del rey Saul persiguiendo al bueno de David, que ya sabíamos que era el elegido porque lo habíamos leído unas páginas antes,  que de más joven había matado al gigante Goliath, otro filisteo talla king size; esto por no recordar a los profetas que se pasaban el día gruñendo y teniendo visiones apocalípticas sin que los ingresaran en un hospital mental por escuchar voces; heroínas del tipo de Judit que le cortó la cabeza de un tajo a Holofernes sin que le temblara el pulso ; qué podiamos decir de Jonas y su ballena, aparte de darnos un miedo atroz cuando ibamos a la playa y recordabamos aquella lectura. De este lado lo sagrado.

Amén de mi pequeña obsesión por Dios, tenía otra que era la lectura. A esa edad lo que me permitían leer eran libros inocentes para niños, recordemos: Caperucita y el lobo féroz, ya sabemos de que va y es normal que no me gusten los bosques, lo leí unas doscientas veces, seguro que sufro algún trauma; Cenicienta, la pobre esclava, con ese padre tan calzonazos que permitía que las hermanastras la humillaran; Blancanieves a la que su madrastra/bruja quiere envenenar, que vive con siete enanos en otro bosque, como pueden decir que esto es para niños; Hansel y Gretel otro de los grandes del terror en la infancia, una bruja que engorda niños para zampárselos en el renombrado bosque; y muchos más que todos conoceis. Aquí lo profano.

Nunca entendí muy bien la diferencia entre lo sagrado y lo profano. Os dejo para que penseis en ello.

Kisses.